En México existe un programa llamado Promágico o Pueblos Mágicos y caracteriza 111 pueblos o ciudades en la República Mexicana, las cuales aseguran tener presencia “en el imaginario colectivo de la nación”, siendo alternativas para los viajeros de todo el mundo. A lo largo de una serie de artículos en Zorro por el Mundo nos daremos a la tarea de visitar estos lugares con tres objetivos principales: sugerir un itinerario en cada sitio, ofrecer a turistas extranjeros opciones para visitar distintos puntos en México, fuera de las atracciones más conocidas y entender si realmente se cumple con los criterios de pueblo mágico (como Tlayacapan).
El programa Pueblos Mágicos incluye subsidios para que los pueblos logren cumplir con el apelativo. Actualmente investigamos si hay criterios establecidos o simplemente se basan en la etérea descripción de “localidades con atributos simbólicos, historias y leyendas, llenos de hechos trascendentes”. Estaremos revisando con la Secretaría de Turismo (de México) si hubiera alguna evaluación más sistematizada.
Iniciamos ésta serie de Pueblos Mágicos y empezaremos con uno localizado muy cerca de la Ciudad de México: Tlayacapan. Vale la pena visitar este pueblo un sábado o domingo, aunque si el propósito es relajarse y desconectarte de las presiones, puede extenderse la visita a todo un fin de semana. Desde la Ciudad de México hay tres maneras diferentes de llegar. Una como si nos dirigiéramos a Cuernavaca siguiendo dirección a Cuautla por los caminos de Milpalta o carretera México-Puebla. La manera más cómoda es manejar hacia Cuautla como si se fuera a Tepoztlán. Antes de entrar a este pueblo tomar el camino Tlayacapan-Oaxtepec, posteriormente tomar la desviación a Tlayacapan.
Recomiendo tener mucho cuidado al tomar la tercera caseta, debido a reparaciones en curso (esperemos sea una ampliación de carretera), luego se toman pequeños tramos sin pavimentación y otros en sentido contrario. También, ya cerca del pueblo mágico, la carretera es estrecha y apenas caben dos carros a lo ancho. Fuera de eso, el camino es bastante tranquilo.
El clima en la región es cálido a lo largo del año. Aunque entre mayo y octubre hay posibilidad de lluvias dependiendo de los fenómenos meteorológicos que impacten la zona. Para evitar lluvias, visiten durante época de sequía que es de noviembre a marzo. Aunque entre enero y marzo el paisaje se verá un poco más seco, no se pierde el atractivo del lugar.
Durante los fines de semana el lugar es muy concurrido, por esto sugerimos llegar muy temprano para encontrar estacionamiento fácilmente y admirar el pueblo. La Cerería no estará abierta aún y algunos restaurantes apenas se estarán preparando para el día, pero sin duda, pueden caminar por el pueblo y disfrutarlo bastante. Cerca del medio día, el lugar tendrá muchos visitantes y los sitios de interés más concurridos. Como las calles son angostas, puede optarse por un estacionamiento público y así evitar percances. Las tarifas son bastante económicas: pagamos treinta pesos por tiempo libre (atrás del templo de San Juan Bautista).
En Zorro por el Mundo, sugerimos dedicar un día para visitar Tlayacapan. El itinerario propuesto está enfocado así, ya que si deciden ocupar más tiempo sería conveniente visitar un Spa o un temazcal (el más famoso es la casa de Tonantzin dónde también se realizan eventos) o dormir en Tepoztlán con mayores opciones de hospedaje y a menos de media hora de distancia (si no hay algún accidente que obstruya el tránsito en carretera).
La primera parada sería el majestuoso antiguo Convento de San Juan Bautista, uno de los primeros construidos por los españoles en América en el siglo XVI. La primer piedra se colocó en 1534, a tan solo unos años de la caída de Tenochtitlán y se terminó en 1574. A partir de 1996 la Unesco lo incluyó en la lista de Patrimonios Mundiales de la Humanidad, junto con otros monasterios a las laderas del Popocatépetl. La obra fue encargo de la orden de los Agustinos, conocidos como una orden mendigante, lo cual se refleja en la austeridad del recinto.
La nave principal del antiguo convento es un contraste de elementos modernos colocados al interior y murales antiguos que han sobrevivido al tiempo. Como recinto Agustino, no hay retablos elaborados, pero se compensa con amplios espacios.
Junto a la nave, encontrarán un museo en lo que solía ser sala de la sacristía. La entrada a dicho museo cuesta 20 pesos (donación voluntaria que era forzosa) y no permiten tomar fotografías ni video en el interior. Se exhiben cuerpos momificados de niños y jóvenes petrificados de los siglos XVII y XVIII encontrados durante la restauración del altar mayor.
Resaltamos la estructura del antiguo convento, que se presta para tomar excelentes fotografías con los cerros aledaños al pueblo mágico de Tlayacapan. En su punto más alto mide 30 metros. Asimismo, su jardín es muy ameno y permite caminarlo. Siguiendo el camino hacia el este, sobre el camino principal, se llega a la plaza principal. Ésta plaza es de las primeras construidas en la Nueva España, tiene el palacio Municipal y según fuentes municipales, fue el primero del país.
La Plaza de Arcos es el punto de reunión del pueblo. Aquí se encuentra el escritorio de información turística, el ya mencionado Palacio Municipal, la Cerería y un mercado concurrido por turistas y locales. Durante nuestra visita también nos tocó apreciar voladores de Papantla. Asimismo, hay venta de nieves, plantas y comida típica local. También hay pequeñas motos adaptadas a taxis que sirven para tomar paseos saliendo desde la plaza.
Después, se debe visitar la Cerería. Este recinto abre a las 10 de la mañana, aunque no son muy puntuales. En caso de no estar abierto, puede continuarse al siguiente punto y volver más tarde. La Cerería es otro edificio del siglo XVI y ha tenido sinfín de usos a través de los siglos. Entre los más conocidos fue ser fábrica de velas (de ahí su nombre), plató de películas por su estilo colonial y hasta cuarta de Emiliano Zapata. Hoy es museo y el Centro de Cultura Morelense.
La Cerería se caracteriza por tener tres salas de exhibición donde hay artefactos típicos del lugar. Al centro se localiza un patio muy lindo con un aljibe circular de gran tamaño. También se pueden ver antiguos hornos donde preparaban las velas. Entrar al museo tiene un costo de 5 pesos por persona.
Si se está en busca de artesanías, Tlayacapan es un pueblo alfarero, hay gran variedad de artículos de barro para llevar como macetas, platos, objetos decorativos para la pared y hasta lámparas. Entre los artículos en venta habrá espejos y productos de piel. La principal calle comercial es Emilio Carranza, donde además de las diversas tiendas, hay algunos restaurantes y cafés. Para llegar a la Plaza de Arcos hay que caminar dos cuadras hacia el sur.
Hay que deambular por las diferentes calles del pueblo para encontrar algunas capillas coloniales perdidas por ahí. El pueblo se presta a recorrer caminando porque es bastante pequeño. Hay algunas casas con lindos detalles y resultan agradables sorpresas. Entre las capillas que más sobresalen vimos las de Santa Cruz Tlaxcalchica, la Capilla de San Martín Caballero, Capilla del Barrio de Rosario y la del Barrio de Santa Ana.
En Tlayacapan hay algunos lugares para relajarse como el Temazcal Luna Llena o La Casa de Tonantzin donde si gustan pasar la noche, son algunas opciones para descansar en su SPA. Hacia el norte del pueblo, en la calle Felipe Neri, se encuentra la gran mayoría de restaurantes tradicionales que son más modestos que los del centro, pero tienen gastronomía más típica con platillos como mole verde de pipián, quesadillas y pan prehispánico.
Uno de los lugares más famosos para comer es el Granadito. En nuestro caso, tuvimos suerte al encontrar lugar, pues casi todo estaba lleno. Para probar el mole verde hay que llegar a partir de las 2pm, ya que antes es posible no esté listo. También hay mole rojo, quesadillas, cecina de la región (Yecapixtla está bastante cerca), sopes y tlacoyos. Además, tienen café de olla y tortillas hechas en el mismo lugar. Recuerden que si se llega temprano, tal vez no haya mole, pero encontrarán pan.
El pan que se puede adquirir en el Granadito, es típico de pueblo y no el tradicional prehispánico. El prehispánico es una receta de pan sin azúcar y con especias. Habría que confirmar si realmente es prehispánico por los ingredientes, pero definitivamente es ancestral. Sin embargo, no es fácil encontrar uno u otro. Nos tocó visitar algunas panaderías que durante la mañana no tienen pan porque se les acabó el día anterior, mientras que otras no habían abierto.
Definitivamente, Tlayacapan es un pueblo para pasar una tarde agradable. Nos gustaría que las calles estuvieran más arregladas para cumplir con su apelativo de pueblo mágico. El antiguo convento de San Juan Bautista es imponente y además de los sitios comentados en el artículo, hay pequeños rincones que poseen mucho sabor.
Ésta visita a Tlayacapan la hicimos en conjunto con Llunué Vivanco de Kuira-Bá. Un blog con cosas muy interesantes para hacer cosas que nos hacen sentir bien. Ya se puede encontrar la entrada en su videoblog y en youtube.
En caso de querer combinar la visita con Tepoztlán, consultar nuestra guía.
6 comentarios
Qué bello pueblo!!!
Definitivamente me encantó la reseña, me hizo vivir el pueblo, y obvio lo que se antoja es un fin de semana y quedarse en el Spa, disfrutar todo lo que ofrece. Gracias por compartir, espero la reseña del Pueblo Mágico de San Juan Teotihuacan, que está tan cerca de las Pirámides, ojalá y lo presenten pronto.
Que hermosas fotografías
Es el primer reportaje lleno de fotografías maravillosas, me encantó
El video está muy divertido y las fotos muy buenas.